Desde los tiempos del cole, la noción de una sociedad fuertemente estamentalizada nos dejó un concepto claro de lo que fue la vida medieval. Ésta se organizó en forma de pirámide escalonada cuya punta era el rey, seguido de la nobleza y el clero, los caballeros y los villan@s. La amplia base que la sustentaba estaba formada por los aldeanos y más abajo aún, si cabe, por las aldeanas.

¿CÓMO VIVÍAN ?

La familia entera era imprescindible para poner en marcha el sistema, criando ganado o trabajando la tierra en un momento de un casi nulo nivel técnico, de forma que el rendimiento de su labor común les permitiera subsistir. 

Y aun así, la cosa no siempre pintaba bien ya que, además, con sus ganancias debían hacer frente, como ahora, a los numerosos impuestos que se fueron poco a poco imponiendo y al alquiler de la tierra o contrato de yuguería, si ésta no era de su propiedad. 

ALDEANAS

ELLAS

Si malvivir era ya bastante complicado a causa de hambruna, la guerra y las constantes epidemias, ellas lo tenían aún más difícil, pues, además estaban sometidas al varón, fuera su padre, su tutor, su hermano, su amante, su esposo o... incluso su cuñado. 

Esto hizo que el mundo de la muger fuera normalmente muy pequeño, muy restringido, muy limitado: la familia pareció configurarse en el centro de su vida, su único universo, y a ella se remitió en cuerpo y alma invirtiendo en hijos e hijas que funcionaran como un trabajador más desde su más tierna infancia. 

Ya ves. La mujer del campo realizó el mismo trabajo físico que el hombre. Sin embargo, a diferencia del varón, compaginaba esta labor con otras propias "de su sexo", como el cuidado de la casa, la maternidad y crianza de los hijos o la atención a sus mayores en su temprana vejez. Fueron sin duda ellas quienes también transmitieron a sus vástagos los valores tradicionales e hicieron posible la cohesión social.