Extrema Durii

Estamos en el siglo XI y la península ibérica aún late bajo el dominio árabe, pero el reino de León y el entonces condado de Castilla ya han comenzado su andadura como pujantes territorios cristianos en constante expansión, avanzando siempre hacia el sur.

En plena cruzada,  te puedes figurar que si algo cambia de un día para otro es la frontera física entre moros y cristianos y así es, pero no siempre hacia delante. La mayoría de nuestras villas, piezas codiciadas por ambas partes, pasan constantemente de mano en mano, como moneda de cambio o juego de pelota. Su reconquista definitiva, se convierte en un largo proceso, una disputa sin fin, que poco a poco va decantándose a favor de los segundos.

Lentamente, las tierras de Castilla se van estabilizando y pasan de Condado dependiente de León a Reino independiente, plural en territorios casi autónomos, con sus normas y carácter propios.

Uno de estos peculiares territorios castellanos, al sur, se ha ido gestando gracias al avance cristiano hacia el Guadarrama; su población es escasa y un tanto inestable por las continuas incursiones árabes y, como queda en el extremo del reino y al sur del Duero, lo denominan la Extremadura castellana.

Lo que hoy en día conocemos como tierras de Segovia son parte importante de esa Extremadura guerrera, donde, ya a finales del siglo X, el avance cristiano empieza a dejarse notar con la repoblación de Sepúlveda. El territorio es en esos momentos un espacio caótico, sometido a continuas incursiones de unos y otros que hacen alternar en el poder a cristianos y a musulmanes, y nuestras villas y aldeas son duramente maltratadas, incluso hasta la desaparición.

Pero, lo largo del siglo XII, algo empieza a modificar la geografía de ese sur castellano. No les es fácil a los cristianos hacerse con el poder permanente y, por ello, cuando finalmente viene una cierta paz, hay que empezar casi de cero. Nuestros antepasados, fueran musulmanes, judíos o cristianos, sobreviven a duras penas en una zona fronteriza, no solo física sino virtual y, además de murallas visibles y compactas, una barrera casi invisible separa lenguas, culturas, religiones... 

Ya lo ves, todo empieza una vez más. En tierras segovianas, Sepúlveda es precursora, al ser reconquistada por el conde Fernán González cuando ni siquiera Castilla es un reino sino un mero condado y casi un siglo antes que el resto de nuestras tierras; poco a poco, las grandes poblaciones de la actual provincia, como Cuéllar, Coca o la propia Segovia van añadiéndose al nuevo territorio.

Pero ¿Quiénes fueron estos segovian@s de entonces? 

Ante todo, divers@s, como ahora. La frontera ha atraído a gentes del norte y también del mozárabe sur, y la sociedad se va reescribiendo a lo largo del XII con campesin@s y villan@s, emprendedor@s y aventurer@s, gente de guerra y gente de paz, prófugos u honestos trabajador@s ajenos al estilo perpetuado por los cristianos de toda la vida, que lo último que quieren es plantar cara, solitos, al enemigo común y viven, medio escondidos, en sus aldeas.

Y, aunque parezca mentira, en esta gran oleada migratoria hay también mujeres pioneras que, solas o acompañadas, se lanzan a la aventura de lo desconocido y llegan en algún caso a dar nombre al lugar que fundan o habitan. 

Pero luego me ocuparé de ello. Ahora seguimos en una Castilla que se está convirtiendo poco a poco en un reino puzle, de pequeños estados federados, dotados de gran autonomía; cada uno tiene sus leyes o fueros, generalmente sancionados por la Corona, y se rige por sus Concejos o asambleas vecinales, de los que Don Claudio Sánchez Albornoz llegó a decir que constituían un ejemplo de democracia para toda Europa.  

Esta Castilla hecha de "autonomías" es así la primera forma de organización de un reino que se estrena y su Fuero de Extremadura considera a hombres y mujeres libres e iguales ante la ley, sean nobles, aldean@s o villan@s; en ese sistema feudal tan peculiar, la población disfruta de una mancomunidad de tierras e intereses que vela por sus derechos y libertades y en contrapartida, contribuye al mantenimiento de las murallas de su villa, que les protege en caso de peligro. Es la época de las dos Castillas, la de las merindades al Norte y la de los concejos de villa y aldeas, o comunidades de villa y tierra, al Sur. 

Cuarenta y dos de estas comunidades de villa y tierra modifican entonces el paisaje al sur del Duero, en un territorio fronterizo que pugna por asentarse de forma definitiva en lo que en ese momento son casi los límites del reino. Las tierras de lo que actualmente es la provincia de Segovia suponen una buena parte de esa nación incipiente y la propia Segovia se constituye en los albores del siglo XII en cabeza de esa enorme Extremadura. Once de esas comunidades históricas, con notables pérdidas territoriales en muchos casos, conforman la actual provincia.  

En ese momento, la Comunidad de Segovia es la segunda en extensión, después de Ávila; las comunidades de Sepúlveda, Cuéllar y Ayllón se sitúan entre las quince primeras; de mediano tamaño son las de Fuentidueña y Pedraza y a ellas siguen en este orden las más pequeñas, las de Coca, Maderuelo, Montejo y Fresno.Pero nada es para siempre; León y Castilla se fusionan y el régimen señorial del siglo XIII, a partir fundamentalmente de Fernando III, desmonta la "democrática" estructura original; los concejos van perdiendo poder a favor de los señores y el sueño inicial, como siempre, se difumina en un recuerdo borroso.

Comunidades de Villa y Tierra en la Extremadura Castellana (G. Martínez Díez)
Comunidades de Villa y Tierra en la Extremadura Castellana (G. Martínez Díez)

También las mujeres, como colectivo, van a acusar este cambio, que va a traer consigo una pérdida progresiva de sus derechos y muchas y severas renuncias... que van a consolidarse durante siglos, casi hasta ahora.

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