Nobleza obliga...

Ellas, las de buena y noble cuna, no fueron en ninguna forma prototipos de la muger medieval anónima, campesina o villana no adinerada, pero sí representan un entorno minoritario privilegiado que llegó a tener cierto poder político e incluso religioso. Ellas fueron nobles de nacimiento y desempeñaron cargos desde su posición de esposas o amantes; fueron terratenientes, consejeras o abadesas y algunas incluso reinas o regentes. Tres llegaron al trono por derecho propio sin necesidad de ser esposas de... ningún rey; fueron modelos positivos o negativos de la sociedad de su tiempo, pero eso no quiere decir que no tuvieran que pagar por ello más de un peaje. 


¿Quieres conocer cuál fue su papel en la sociedad en que les tocó vivir?

o ¿Prefieres conocer personalmente a alguna de ellas y lo qué les vinculó a Segovia?

Muchas de ellas residieron temporalmente en tierras segovianas y las piedras de nuestro alcázar y nuestros castillos guardan aún recuerdo de su paso. Aquí tienes una buena representación:

Urraca I

1080-1126

La unión de Urraca con el rey aragonés Alfonso el Batallador no consiguió el propósito que la nobleza castellana codiciaba, sino todo lo contrario, y determinó el ritmo de la historia provocando una cruenta guerra civil entre Aragón y Castilla. 

Así, esta reina guerrera, educada en las artes militares, no pareció evitar el ponerse al frente de sus fieles para enfrentarse a los ejércitos de su marido y lo hizo... aunque saliera perdiendo y es que Urraca y su segundo esposo aragonés no dirimieron sus diferencias de forma privada sino enfrentando a sus ejércitos en batalla, y una de ellas en tierras segovianas, en Fresno de Cantespino. Esta batalla, la llamada de Candespina, o Campo de la espina, tuvo lugar en el singular año de mil ciento once y fue una de las contiendas medievales no sólo ampliamente documentadas, sino glosada, novelada y dramatizada en multitud de ocasiones.

La batalla de Candespina resultó ser poco provechosa para los castellanos y concluyó con la muerte del amante de la reina, D. Gómez, que fue abatido según las crónicas al quedar sólo en retaguardia, por haber perdido el apoyo del otro seguidor y también futuro amante de Urraca, Don Pedro González de Lara. Don Gómez nunca volvió vivo a Fresno, pero fue precisamente esta curiosa relación lo que hizo posible que Fresno, ese pueblecito al noreste de la provincia, comenzara a gozar de un condado, en honor del lugar de la muerte del conde Don Gómez, y de un apellido "De Cantespino", es decir del Campo de la Spina. Allí, en el cerro que protege la población, escasos restos de una fortaleza medieval guardan el recuerdo de este noble castellano y de su linaje, cuya vida y milagros se siguen confundiendo con Urraca y con la localidad que aún lleva su título.

Sancha Raimúndez

1095/1102 

No se sabe mucho de la vida privada que tuvo la infanta Sancha Raimúndez, soltera por vocación, la hija de Urraca, pero, sin ser segoviana, mantuvo una relación personal con Segovia, fundamentalmente a través de su diócesis, a la que benefició y perjudicó en varias ocasiones en vida y... en muerte.

De todas las disputas eclesiásticas de la época en las que Sancha medió, te voy a contar una de las más  famosas, que no benefició precisamente a Segovia sino que afectó directamente al menoscabo del poderío de su diócesis; esa pugna enfrentó a un tío y un sobrino, ambos obispos, el primero el de Segovia y el segundo el de Palencia. 

La cuestión estaba, como casi siempre, en querer ser más importantes y tener más que el vecino de al lado, razón por la cual los obispos mencionados no se ponían de acuerdo en la posesión de ciertos lugares de importancia para ambas diócesis, en concreto de Peñafiel y Portillo, que, según bula papal, pertenecían a la diócesis segoviana pero eran pretendidas por el palentino. 

Como no había forma de llegar a un acuerdo, Doña Sancha intermedió en el conflicto y, después de darlo unas cuantas vueltas, a cambio de dar la razón a Palencia, decidió apaciguar los ánimos del segoviano donándole parte de sus posesiones. Así fue como Alcazarén y el monasterio de San Martín, del actual Grajal de Campos, en tierras leonesas, pasaron a pertenecer temporalmente a la diócesis de Segovia  "pro pace et concordia Ecclesiae Palentinae et Secoviensis". Grajal de Campos tuvo así un toque segoviano durante un brevísimo periodo de tiempo, reflejado en un nuevo barrio que surgió alrededor del monasterio de San Martín y que pronto desapareció dejando apenas su nombre.

Alienor

1161-1214

Puede que Alienor o Leonor de Plantagenet fuera una de las reinas más injustamente olvidadas y tan desapercibida pasó para muchos que ni siquiera en su época se acertó a escribir correctamente su nombre.  Dalihonor, Alienor o Elemburgi fueron algunos de los apelativos que intentaron castellanizar a la hija de la legendaria Leonor de Aquitania, hermana a su vez de Ricardo Corazón de León.

Encontramos a Leonor en multitud de diplomas relacionados con Segovia junto con su esposo Alfonso VIII y en su gran mayoría, siguiendo la trayectoria de reyes anteriores, apoyando al Obispado y al Cabildo. Gracias a la real pareja, la Iglesia segoviana siguió siendo objeto de donaciones y privilegios. 

A pesar de mantener una estrecha relación con nuestras tierras, Burgos fue sin duda su ciudad, no cabe ninguna duda; por razones de estado, no obstante, Leonor residió en Segovia y en otras de las villas de las comunidades aledañas en múltiples ocasiones y fue aquí, en el alcázar donde cuentan que nació su hija Berenguela, futura reina de Castilla. El archivo episcopal conserva su nombre en más de un privilegio concedido a segovianos de buena cuna y más de una disposición real junto con su esposo, como la donación de la villa de Fuentepelayo al Obispo segoviano, Don Gonzalo, eso sí, por trueque, para recuperar a la vallisoletana Alcazarén, que la infanta Doña Sancha le había donado en su momento. A fin de cuentas, nada sale gratis.

Berenguela

1179-1246

Un sarcófago de piedra blanco, en las Huelgas Reales, sin ninguna labra, sin nombre siquiera, vandalizado como el resto durante las guerras napoleónicas, contiene los restos de Berenguela de Castilla, la madre del rey santo, Fernando III. Se enorgullece Colmenares de que Berenguela naciera en Segovia, aunque ya sabemos que nada puede darse por seguro. 

Berenguela tenía todas las cartas para llegar a ser una gran señora, dueña y reina consorte de un imperio por su matrimonio con Alfonso IX, rey de León, entonces separado del reino de Castilla, pero su privilegiada situación no duró gran cosa; resultó que su esposo era a su vez su tío segundo, lo que según la Iglesia constituía incesto palpable y, después de siete años de matrimonio y cuatro hij@s, la unión fue anulada por el Papa Inocencio III. Berenguela pasó de ser la reina consorte de León a ser una madre soltera en Castilla. Como en tantos casos, volvió con papá y mamá, Alfonso VIII y Leonor, y con ellos disfrutó de buenas temporadas en su compañía en el alcázar de Segovia.

Y pasado no mucho tiempo, murieron primero su padre, y a los pocos días su madre, y después también su hermano Enrique, del que llegó a ser regente durante su minoría de edad. Y este cúmulo de desdichas familiares fue lo que le dio, ya ves, por pura casualidad, la oportunidad de ser reina de Castilla.

No le fue fácil, por la oposición de un buen sector de la nobleza, con la Casa de Lara a la cabeza. Para conseguir apoyos, Berenguela hizo un gran periplo por tierras castellanas donde, por cierto, no encontró siempre apoyos; así ocurrió en Coca, donde le negaron la entrada, o en la entonces aldea de Santiuste de San Juan Bautista, donde, según la Historia de Segovia, pasó una noche durante la cual pretendieron hacerle entender que debía desistir.

Por supuesto que no desistió y finalmente fueron los concejos de las villas, los representantes del pueblo llano, los que reunidos en Segovia,  se trasladaron a Valladolid y reconocieron a Berenguela como reina... aunque por un brevísimo periodo de tiempo, que ni siquiera llegó a un mes.

Presionada por varios flancos acabó renunciando a la corona en favor de su primogénito, Fernando III, el rey santo, del que fue regente hasta su mayoría de edad.

Violante

1265-1293

Fernando III escogió a Yolant de Aragón como esposa para su hijo Alfonso X, entre otras razones porque quería mejorar las relaciones entre Castilla y Aragón, no siempre fluidas, y a punto estuvo de fracasar en el intento pues Yolant, o Violante, una niña entonces de apenas doce años y muy poco agraciada, casi casi fue repudiada por estéril.  

Alfonso y Violante sí tuvieron una marcada predilección por el alcázar segoviano y, como tal, debieron de pasar largas temporadas en sus aposentos reales, aunque realmente poco o nada sepamos de su vinculación afectiva con Segovia. Violante, en calidad de reina y como todas ellas, sí figura en numerosos privilegios concedidos a la ciudad, tanto a la población en general como al clero. Ya imaginarás que éste último, de una forma u otra, siempre acababa beneficiándose de donaciones o exenciones, como es éste el caso en el que se eximió del tributo de la moneda a canónigos, racioneros, capellanes y clérigos de coro de la catedral.

A falta de datos más precisos, la leyenda entró en juego y, de forma circunstancial, colocó a Violante en una de las más populares del acerbo segoviano, la de la Sala del Cordón del propio alcázar segoviano.  

Lo que sí refleja de alguna manera es el ego y el peculiar carácter de Alfonso X, este sabio rey, cuya desmesurada autoestima le puso en un aprieto al verbalizar que el universo hubiera sido mejor diseñado de haber sido él el creador .

Cuenta la leyenda que  indudablemente tal insulto al Altísimo no pudo por menos de merecer una apropiada y contundente contestación divina. Lo curioso en este caso fue que dicha respuesta, en forma de rayo, no estuvo a punto de acabar con la vida del rey sino con la de su majestad la reina Violante.

"Un rayo en la misma pieza en que los reyes estaban rajó las techumbres, que son bóvedas de fortísima cantería; y abrasando el tocado de la reina, consumió otras cosas de la cuadra"

El alcázar segoviano fue también el escenario donde se gestó la disputa conyugal que dio lugar a la separación final de estos esposos y todo a costa del tema sucesorio.  

María de Molina

1264-1321

Como en el caso de Berenguela, para entender el carácter de esta dama de finales del XIII, habría que empezar por el principio, que en este caso fue su matrimonio con el segundo hijo del Rey sabio, Sancho IV, el Bravo, su sobrino, algo que ya te imaginarás no fue aprobado por el Papa en Roma y curiosamente tampoco lo fue por su futuro suegro. La anulación de su matrimonio le dejó con siete hijos ilegítimos, viuda y rechazada por gran parte de la nobleza.

La reina tuvo entonces que jugar sus bazas y, astutamente, contrarrestó el golpe concediendo más poder a los concejos, es decir, a la incipiente burguesía de las ciudades castellanas; incluso las recorrió, como Berenguela, una a una con su hijo mayor, buscando apoyos y soportando en algún caso situaciones más que tensas. Sin embargo, la apuesta de María por el pueblo llano fue finalmente lo que le permitió, como a Berenguela, mantener y ampliar su poder y a su hijo gobernar en su mayoría de edad.

Segovia, entre otras villas de la actual provincia, fue uno de esos lugares donde residió durante largas temporadas y paradójicamente una de las que le pusieron en un brete al posicionarse en un principio en su contra por influencia de cierto sector de la nobleza local. 

Como en el caso de Berenguela, dicen que las dotes de convicción de María y sobre todo el apoyo del pueblo, de los clanes, representados en este caso por tres de su líderes consiguieron vencer, sin armas, a la nobleza levantisca y hacer abrir las puertas de la ciudad al rey y a su madre regente, ejemplo que parece que siguieron después otras ciudades castellanas. María pasó así a la historia como una mujer que supo vencer convenciendo.

La relación de María con las tierras segovianas no se limitó a este hecho histórico que te he contado tan someramente. Si hubo una villa expresamente asociada a María, ésta fue Cuéllar. Ya su esposo Sancho IV, además de ostentar su Señorío, que había recibido por herencia, la había frecuentado como coto de caza y María pasó allí largas temporadas tras su muerte. Imagínate, fue allí precisamente, en el castillo de Cuéllar, donde María de Molina convocó las Cortes de 1297 .

Y, después de toda esta información, ¿averiguarías quién es nuestra dama escondida?

¿Quieres saber más cosas de estas grandes damas? Lo encontrarás en "MuGeres en la Segovia medieval". ¡Espero que no te decepcione!

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