Repobladoras

Además de colonos, nuestra tierra se pobló de colonas a partir del siglo XI. Muchas llegaron voluntariamente como esposas, amantes, hijas o parientes del varón de turno; otras tantas vinieron solas, como numerosas viudas, que lograron ser una parte notoria de la población, dada la extrema mortandad de los hombres en batalla; tampoco fueron pocas las que llegaron forzadas, en contra de su voluntad.

¿Sabías que...?

Aun regulada, la doctrina del casi todo vale en materia femenina funcionó durante mucho tiempo. Nos lo cuentan los fueros, la memoria escrita de la repoblación, y nos dicen que hubo, por así decirlo, bastante manga ancha. Para muestra, Sepúlveda y otras villas de la actual provincia que fueron lo suficientemente permisivas como para bendecir al que traía mugeres forzadas a sus tierras, es decir no voluntariamente, siempre que fuera con intención repobladora.  

La presencia de mujeres pioneras fue una constante en estas tierras, tanto a título individual como al lado del varón. Mientras los hombres hacían la guerra, las mujeres, además de ocuparse de familia y casa, cultivaban la tierra, cuidaban del ganado y administraban sus dominios, si tenían la suerte de tenerlos, y me agrada pensar que esta labor pudiera haber sido más reconocida que en otros momentos de la Historia, aunque fuera por pura necesidad. Es más, como ya hemos visto, algunas tomaron incluso la iniciativa, ocuparon tierras y se establecieron con pleno derecho.  

Aquí tienes memoria de algunas de esas pioneras, impresa en la toponimia segoviana...

Amacara

Ama Cara, en tierras de la Comunidad de Segovia, cerca de Miguel Ibáñez, fue una minúscula aldea, ahora despoblada, documentada en el siglo XIII por el Cabildo segoviano. La aldea, que aparece como Ama Cara, Macara o San Pedro de Ama Cara, pudo hacer honor al origen norteño de una repobladora,  vasca. Aún queda en la actualidad toponimia menor en la zona que nos recuerda su existencia, como la llamada Vega de Ama Cara, resistente a largos siglos de ausencia de su población.

Castellanas y Serranas

La Castellana o La Castellanilla que hace honor al origen norteño de una repobladora anónima, de Castilla, es decir, del norte, en términos de la época; no olvidemos que nuestro ámbito formaba parte de la "provincia del sur" del reino. Esta pequeñísima aldea de la comunidad de Segovia se documentó vivita y coleando incluso hasta finales del siglo XVI. Un caso semejante pudo ser el de La Serranilla, otro despoblado, de la comunidad de Fuentidueña, con ecos de una mujer posiblemente procedente de las Cinco Villas riojanas, a cuyos habitantes llamaban serranos.

Ximena Gorda

Ximena Gorda es quizás uno de los topónimos femeninos más sonoros que he encontrado en la geografía provincial, y no es difícil imaginar a la matrona en cuestión, por la referencia explícita a su característica física, siempre en términos actuales. Sabemos de su existencia por un pleito de tierras del siglo XV entre Segovia y el monasterio de Párraces, en cuyo término parecía estar, aunque desconocemos el origen primero de la localidad, pero el nombre Jimena o Ximena, del vasco Xemen... nos habla de alguna forma de una época, de un origen antiguo y de la tierra de procedencia de esta rechoncha señora. 

Y muchas más que puedes consultar aquí.

Toda esta geografía afectiva tan personal y tan variopinta pobló la actual provincia de Segovia en estos primeros momentos en los que se aplicaba la máxima de la tierra para el que la trabaja. Lo que sí es cierto es que poco a poco, las aldeas fueron poblando la geografía segoviana, y con ellas las tierras cultivadas se extendieron y se fueron construyendo establos, corrales, casuchas, casitas, casonas y templos por todo el territorio, lo que supuso el comienzo de la deseada estabilidad. La lengua castellana se iba fijando y el románico se puso de moda, aunque no se supiera entonces...

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