Arpías
Las arpías, esos seres fantásticos con cabeza de mujer, cuerpo de ave y cola de serpiente, garras o pezuñas, abundan en toda la geografía provincial.
Suelen confundirse con las sirenas-ave y, a veces, realmente así lo entendemos en capiteles o canecillos muy deteriorados donde no se aprecian garras o colas de serpiente... Solo el aspecto fiero de las arpías desafía a la calma de las sirenas.
Contamos con magníficas restauraciones como en
el atrio de Nuestra Señora de la Asunción,
en el pueblecito de Duratón, que es quizás el templo que aporta uno de los
capiteles más bellos de estos seres, asociados a la mujer, que representaban las bajas pasiones o quizás el remordimiento
por ellas. ¿Arpías o sirenas?
Más elaboradas o más toscas, las arpías pueblan el románico rural segoviano fundamentalmente en la cuenca del río Pirón y en las comunidades históricas de Fuentidueña, Pedraza, Fresno y Sepúlveda.
Parecidas en su forma a las sirenas-ave, suelen diferenciarse al tener una cola de serpiente o pezuñas.
Las encontramos perfectamente reconocibles en un
capitel exterior del ábside de Santiago,
en Turégano, a pesar de haber sufrido la inclemencia de siglos.
Las hay tristemente erosionadas por el paso del tiempo, como la de Basardilla.