Exhibicionistas
Si crees por un momento que el románico rural segoviano es aburrido, te equivocas... Acompáñame. Vamos a visitar en primer lugar los templos con las escenas femeninas más exhibicionistas de nuestro sobrio románico rural.
Empezamos con uno de mis favoritos, San Andrés, en Pecharromán, un
pueblecito de la comunidad de Fuentidueña, donde una mujer vestida, ya sin cabeza, muestra sus genitales
con descaro desde uno de los canecillos del alero
En Santa Marta del Cerro una embarazada es, para mayor escándalo, una soltera, con su
cabello suelto bien visible, que sujeta con ambas manos su vientre prominente
mientras exhibe una más que visible vagina.
Seguimos hacia Sequera de Fresno, en la hermosa Nuestra Señora de la Asunción, y allí
una mujer casada, lo que deducimos por su toca o velo sobre su pelo, de perfil, levanta
su falda sin reparos para dejar ver en público su vulva.
Mas escenas de destape total nos sorprenden en La Virgen del Olmo, en la localidad sepulvedana de El Olmo, donde una soltera se ayuda con sus manos para mostrar su sexo abierto.
La osadía va aún más allá. En el valle del río Pirón, exáctamente en San Cristóbal de La Cuesta una mujer desnuda, casada a juzgar por su
toca, con una buena barriga, nos muestra su sexo desde uno de sus canecillos.
Exactamente lo mismo nos encontramos en el magnífico templo de San Miguel de Sotosalbos.
Allí, en uno de los canecillos, una mujer muestra su embarazo de forma ostensible.
En otro can, otra mujer levanta su falda de manera incitadora. Al no estar situado en ninguna de las puertas de acceso, a ambos se les considera de carácter sexual.
El motivo se repite en la pequeña localidad de
Barahona de Fresno, donde no una sino hasta cinco mujeres, una de ellas de barriga prominente, muestran su sexo.
¿Incitación al sexo? ¿Admonición? ¿Ejemplo de pecado? ¿Quién nos asegura que estas figuras en actitud de exhibición tan evidente no eran sino una alusión a las malas madres o quizás un símbolo de la fertilidad? ¿Quién se atrevería a afirmarlo o a negarlo?
¿Serán acaso Adán y Eva estas maravilosas policromías del ábside de la iglesia de Santiago, en Turégano?