Vivir en la villa

Además de aldeas, la sociedad medieval, como la actual, gustaba del bullicio, del contacto social, de mayores aglomeraciones. A lo largo de los siglos XII y XIII, la expansión de las urbes se convirtió en una realidad y, con ella, la necesidad social de responder a ese crecimiento demográfico. Como decía Platón, las ciudades, o las villas en esta época, respondían fundamentalmente a una razón poderosa: "ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas".

San Félix, Muñoveros
San Félix, Muñoveros

Como te puedes figurar, fueron muchas las mujeres que eligieron para vivir la cercanía de una de estas villas, todas ellas fortificadas, por ser lugares más seguros y socialmente más atractivos. 


Otras, como hemos visto, fueron forzadas sin ningún tipo de posibilidad de elección, y otras tantas encontraron allí más posibilidades que en sitios más pequeños para ganar unos cuantos maravedís, incluso si su trabajo no era  considerado socialmente... como la norma imponía.

Todas ellas fueron las villanas, es decir, las habitantes de las villas o ciudades, segundas por la cola en la base de la jerarquizada pirámide social medieval.


¿Quieres saber cómo vivían? ¿Quieres conocer quiénes eran?


Pero puede ser que te interesen también otras cuestiones sobre la vida en las villas. Al fin y al cabo la Edad Media fue un periodo sorprendente, y, por cierto, no tan oscuro como nos hicieron creer... 

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En comunidades de villa y tierra como la segoviana, la recompensa por venir a residir en la villa era fundamentalmente económica y el repoblador era bienvenido con un solar gratuito, siempre que se construyera allí su casa y se comprometiera a no vender su propiedad a nadie ajeno al concejo. ¿No te recuerda a más de una campaña actual para...

Los impuestos

21.05.2021

Vivir en la villa era una apuesta por la vida social más o menos ordenada: plazas llenas de gente, iglesias repletas, baños, lavaderos, mercados, ferias con exóticos productos venidos del norte...; y además, podía significar también el contar con ciertos privilegios de los que el campesinado carecía.

Uno de los servicios públicos más populares de las villas fueron los baños, de clara tradición árabe, tan necesarios por la escasez de recursos sanitarios en la inmensa mayoría de las viviendas. Los baños eran, además de un servicio, un lugar de encuentro donde la relación social o incluso mercantil se canalizaba de forma natural.

Sorprendentemente, el Fuero extenso y otros muchos fueros, como el Real, destacaron en muchas cosas y una de ellas fue en el moderno tratamiento de la condición de la mujer, fiscalmente hablando, no solo para el cumplimiento de sus obligaciones sino para la defensa de sus derechos.

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