Vivir en la villa
Además de aldeas, la sociedad medieval, como la actual, gustaba del bullicio, del contacto social, de mayores aglomeraciones. A lo largo de los siglos XII y XIII, la expansión de las urbes se convirtió en una realidad y, con ella, la necesidad social de responder a ese crecimiento demográfico. Como decía Platón, las ciudades, o las villas en esta época, respondían fundamentalmente a una razón poderosa: "ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas".
Como te puedes figurar, fueron muchas las mujeres que eligieron para vivir la cercanía de una de estas villas, todas ellas fortificadas, por ser lugares más seguros y socialmente más atractivos.
Otras, como hemos visto, fueron forzadas sin ningún tipo de posibilidad de elección, y otras tantas encontraron allí más posibilidades que en sitios más pequeños para ganar unos cuantos maravedís, incluso si su trabajo no era considerado socialmente... como la norma imponía.