Convento de Santo Domingo el Real

Durante la segunda mitad del siglo XIII, bien pudo asentarse en Segovia una comunidad de monjas dominicas que fundó el monasterio femenino de Sancto Domingo. El propio santo, como habrás oído contar en más de una ocasión, había visitado Segovia, donde permaneció cierto tiempo y, a la sombra de la fundación masculina, pudo surgir lógicamente la correspondiente rama femenina. 

"Las monjas dominicas que desde los tiempos del rey don Alonso habitaban fuera de nuestra ciudad a la parte oriental, donde ahora habitan los franciscanos descalzos, y por eso se nombraba el monasterio Santo Domingo de los Barbechos, sentían la soledad, que siempre en las mujeres tiene más de peligro que de contemplación"

D. DE COLMENARES

Aunque Colmenares no lo precisa, creemos que el rey Don Alonso al que se refiere en la cita anterior pudo ser Alfonso XI, que en 1345, concedió privilegios reales "a las dueñas del monasterio de Sancto Domingo de Segovia", para que rezaran por él y sus antepasados, lo que indica, a nuestros efectos, que el monasterio estaba ya oficialmente fundado y por ende perfectamente asentado en la ciudad con anterioridad al siglo XIV. 

Te preguntarás en este punto qué era eso de los Barbechos que incluye Colmenares en la denominación de este monasterio: el primer monasterio dominico femenino estaba en las entonces afueras de la ciudad, en el actual barrio del Salvador, cerca de una iglesia ya desaparecida que se llamaba Santa Susana. Debía ser una zona de labor no cultivada y llena de rastrojos, es decir en barbecho, y de ahí el apelativo. ¡Así de simple!


Las religiosas dominicas permanecieron allí, extramuros, durante más de tres siglos, hasta el XVI, momento en que vendieron el edificio a causa de un hundimiento y posiblemente también por la inseguridad que suponía el residir mugeres solas e indefensas tan apartadas de la villa, algo que Colmenares sentenció como una situación "más de peligro que de contemplación". 


El resultado fue que se trasladaron intramuros al conocido Torreón de Hércules, en la plaza de la Trinidad, dejando, como en toda mudanza, mucha documentación perdida y jamás recuperada, pero donde siguen en paz y en gracia de Dios.

¿Hasta cuándo?

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